viernes, 30 de septiembre de 2011

Érase el final del verano

Por fin ha acabado el verano. Bueno, la verdad es que ya acabó hace unos días, pero es lo que tiene el tener esto tan abandonado.

Para mí, este ha sido uno de los peores veranos de mi vida. En esto influye el no haberme ido a ningún sitio en vacaciones, el haberme llevado una gran desilusión en el trabajo y, fundamentalmente, la ruptura sentimental que se produjo con la llegada de los calores.

Reconozco que al principio me tomé la ruptura demasiado bien, quizás como un "ZAS!! en toda la boca" para mi ex. Como la cosa había surgido de su parte, supongo que me quise hacer el fuerte y hacerle ver que no me iba a quedar en casa guardando el luto. Esto coincidió con el mejor Orgullo que he pasado desde que vivo en esta ciudad, gracias sobretodo a la compañía que encontré por aquí.

Sin embargo, desde que acabaron estas fiestas mi vida ha seguido un peligroso camino descendente, con algún repunte puntual, hasta ahora que no sé si por fin habré tocado fondo, pero desde luego estoy bastante hundido.

En estos últimos meses hemos tratado por todos los medios de esforzarnos en que todo volviera a ser como antes entre nosotros, haciendo casi vida en pareja de nuevo, aunque sin llegar a dar el paso de volver de manera oficial. Ya puse por aquí que incluso hicimos un viaje juntos, en el que no hubo problemas.

Pero sí que había un problema de fondo, ya que estábamos tratando de reconstruir algo sobre una base que no era estable. Me he esforzado y preocupado tanto por él, porque estuviese agusto con él mismo y conmigo, que me he despreocupado bastante de mi y ahora me he dado cuenta de que estoy bastante hecho mierda.

Mi autoestima está por los suelos. La ansiedad me hace comer más de la cuenta y he cogido un montón de kilos. También fruto de la ansiedad, me he dedicado a las compras compulsivas, por lo que mis finanzas también se han resentido, aunque afortunadamente tengo un curro que me permite pagar sin problemas las facturas. Por todo ello, no hago más que autocompadecerme y ahora que tengo bastante tiempo libre, lo desperdicio tirado en el sofá, rodeado de sus cosas que aún inundan toda mi casa, lo que me recuerda a él y mina más mi autoestima y vuelta a empezar... Un círculo vicioso y muy autodestructivo del que tengo que salir como sea, aunque no me vea con fuerzas.

Y después de despellejarme a gusto, ahora tocan los propósitos. El próximo lunes dejo de tener jornada reducida, pasando a trabajar mañana y tarde, así que tendré menos tiempo libre para autodestruirme. También me he propuesto retomar el gimnasio, todas las mañanas, antes de ir a trabajar, como ya he estado haciendo en otras etapas.

En cuanto a nuestra relación, la verdad es que no tengo nada claro qué es lo que más nos conviene. Él me dice que también se encuentra en un estado parecido al mío, con la diferencia de que ha encontrado gente en la que apoyarse para salir del pozo, lo que hace que haya un cierto desequilibrio, ya que yo trato de apoyarme en él tanto para superar mi bache personal, como para recuperar nuestra relación y él sólo me necesita para lo segundo.

Supongo que lo mejor sería que me centrara en superar por mi cuenta mis problemas personales, para que una vez que haya salido a flote, pueda centrarme en reflotar la relación.

Tengo claro que no podemos tratar de estar bien el uno con el otro sin estar bien cada uno consigo mismo, pero por otro lado, me da miedo que se pierda todo el esfuerzo que cada uno hemos hecho porque nuestra pareja se salve, así que no sé si será mejor que estemos un tiempo sin tener contacto (y haciendo desaparecer sus cosas de mi casa) para centrarme en mi mismo o tratar de superar a la vez el bache personal y el de nuestra pareja.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Érase unas vacaciones

Ya que durante las vacaciones de agosto apenas nos movimos de Madrid, la semana pasada aprovechamos para hacer una escapada a tierras del mediterráneo con mar y rascacielos.

El destino Benidorm, el alojamiento la casa con ruedas y la compañía, la verdad que ya no sé cómo llamarlo, supongo que CasiÉL, porque oficialmente no hemos vuelto, pero hacemos vida de lo más parejil (toma palabro inventado).

Han sido 5 días de pacífica convivencia y de no parar, porque no hemos ido en el plan típico de playa y relax, sino que hemos ido a compartir la afición común por los parques de ocio.

Hemos visitado TerraNatura, AquaNatura, TerraMítica y Aqualandia, igual que ya hicimos hace tres años y de algunos parques nos hemos llevado una mejor impresión, de otro una peor y hay otro que no ha cambiado nada.

El que más ha mejorado para nuestro gusto es Terra Mítica, que por fin ha dejado de estar gestionado por politicuchos y ha pasado a estar gestionado por empresarios locales con experiencia en el sector (los dueños de Aqualandia y Mundomar) y se nota la mejoría. Además, cuando hace 3 años visitamos el parque, cayó la tormenta del siglo y se inundó medio parque, así que tampoco nos llevamos la mejor imagen del lugar.

Otro que ha mejorado es AquaNatura, que es un parque acuático pequeñito que está en el mismo recinto que TerraNatura. Las atracciones, básicamente toboganes, son los mismos que hace 3 años, la diferenia es que estaban todos operativos y la otra vez que estuvimos allí, no funcionaban ni la mitad.

Todo lo contrario que su hermano TerraNatura, que es un zoo bastante bien tematizado, pero que encontramos en bastante peor estado que en la primera visita, con muchos menos animales y sin demostraciones.

El parque que encontramos exactamente igual que la otra vez es Aqualandia, que no sabemos por qué, pero aunque sus toboganes son bastante clásicos, para nosotros tiene algo especial.

En esta ocasión no visitamos Mundomar, que es otro parque de animales que visitamos la vez anterior, pero es que esta vez ya estábamos muy cansados y decidimos adelantar un poco la vuelta a casa, así que hasta aquí la review de este friki de los parques de atracciones que os escribe.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Érase unas jornadas

Con mucho tiempo de retraso, voy a contar cómo viví la visita de miles de jóvenes ultras católicos y de su lider espiritual y político.

Vivo bastante cerca de Cuatro Vientos y pegado a la Fundación San José, que alguién decidió que era un buen sitio para que el Papa bajase de su coche a estirar las piernas y de paso, echarles unas bendiciones a los enfermos que allí se encuentran, así que os podéis imaginar la cantidad de inconvenientes que esta visita me ha causado.

Para mí todo empezó justo una semana antes de que Susan(tidad) pusiese sus zapatitos rojos de prada en esta ciudad, cuando como por intervención divina desaparecieron todos los contenedores de basura del barrio en una noche. Esta gracia de Dios me ha tenido 15 días teniendo que hacer mi particular peregrinación, en este caso para tirar la basura en el barrio de al lado. Entiendo que por medidas de seguridad y ya que el coche tuneao del anciano este iba a pasar por la puerta de mi casa, era obligatorio retirar estos contenedores de mi calle y si me apuras de las dos manzanas a ambos lados de ella, pero ¿era necesario quitarlos de 4 kilómetros a la redonda? ¿era necesario quitarlos una semana antes? ¿era necesario no volverlos a poner hasta pasada una semana de la visita? ¿no podían haber avisado de ello?

Particularme, el primer día ya con la bolsa de la basura en la mano y frente al lugar que debía ocupar el contenedor, decidí desplazarme hasta el siguiente contenedor y visto que tampoco estaba, opté por depositarla en la papelera más cercana. El problema es que al día siguiente las misteriosas desapariciones se habían externdido también a las papeleras, así que mientras algún vecino incívico decidió abandonar a su suerte las bolsas en mitad de la acera, yo preferí acumularlas y trasladarlas hasta el barrio vecino.

En medio de estos problemas, empezó la "JMJ" también conocida por las amigas como "JoMaJa, la que nos espera". Arrancó con la invasión de Madrid por ordas de jóvenes (muchos de ellos de bastante buen ver) que se desplazaban por esta ciudad como rebaños de borregos con su cura o monja a la cabeza, banderita en ristre. Digo lo de borregos, porque si el cabeza de rebaño empezaba a cruzar un paso de cebra con semáforo, daba igual que el muñequito verde parpadease, que los pitidos se acabasen o que se pusiera en rojo, que ellos por sus santos crucifijos tenían que cruzar sí o sí sin poder separarse, para poner a prueba la paciencia de los conductores. Esto es aplicable también a metros y trenes. No sé por qué alguien se molestaría en poner varias puertas en un mismo vagón si todos estos cabestros se empeñaban en que todo el grupo tenía que entrar o salir por la misma puerta y por supuesto, sin dejar paso a nadie más.

Al caos en las aceras y en los transportes públicos por la invasión de peregrinos, se añadía el caos circulatorio por los numerosísimos cortes de tráfico de los que no se libraban ni el centro, ni la periferia. En el centro porque a algún iluminado se le ocurrió que era buen sitio para montar un macro-escenario que no se sabía bien si venía Lady Gaga o Mister Papa y en las afueras porque el hombre este parece que tiene el don de la ubicuidad, porque no paraba quieto, había venido de turismo y tenía que visitar cada rincón de la ciudad.

En dos iglesias de mi barrio también tenían acogidos a peregrinos de estos y como Telepizza era uno de los colaboradores en el evento, que les daba casi regalada la comida y debajo de mi casa tengo uno, que además es de los pocos negocios de la zona, pues estaba siempre hasta la bandera. Es un local pequeño, por lo que también la acera estaba invadida y esto unido a la desaparición de las papeleras y a la falta de "educación para la ciudadanía" de los peregrinos, pues hacía que quedase todo el barrio hecho una pocilga.

Lo bueno que tenían es que eran perfectamente identificables con sus gorros y/o camisetas y/o mochilas que llevaban a todas partes, incluso entraban y salían de esa guisa de los garitos de peor reputación de Chueca, que digo yo que seguro que dentro se dedicaban a evangelizar. ·El problema de la indumentaria es que los calores de madrid en agosto, el andar todo el día de acá para allá y la falta de lugares de aseo hacían que una nube tóxica acompañase a cada uno de estos grupos.

El colmo vino el fin de semana cuando convirtieron mi calle en una estación de autobuses, ya que de mi portal en adelante estaba todo cortado y los autobuses soltaban allí a sus viajeros junto a la estación de metro de La Peseta, por donde en sus guías recomendaban llegar a Cuatro Vientos para no saturar la estación del mismo nombre. El resultado, un caos en mi tranquilo barrio de la periferia y policía en todas las esquinas pidiendo la documentación, ya que sólo podíamos pasar vecinos y peregrinos. Así que con este panorama yo opté por okupar la casa de mi ex y allí me pasé el fin de semana.

Menos mal que ya todo pasó y espero que tarde en repetirse.

Ya véis que sólo he comentado los trastornos en el día a día y paso de valorar otras consecuencias políticas, religiosas o económicas. Eso se lo dejo a los tertulianos de los debates televisivos y a vosotros en los comentarios.