viernes, 3 de octubre de 2014

Érase unas vacaciones

Este verano, las vacaciones las hemos pasado recorriendo las tierras gallegas en la nueva casa con ruedas.

Empezó nuestra ruta en Ourense, en las Pozas Outariz. Se trata de unas pozas termales gratuitas al aire libre. Ya habíamos estado en otras pozas termales (Arnedillo, Mazarrón, Granada,...) pero éstas no tienen nada que ver, ya que están completamente urbanizadas y forman parte de un parque. Las que conocíamos hasta ahora estaban en medio del campo. Otra cosa que las diferencia es que en estas era obligatorio el bañador y en las demás, casi nadie lo utilizaba.

De Ourense nos fuimos a hacer una visita sorpresa al amigo Pimpf, que nos enseñó su pueblo como el mejor guía turístico de la zona y eso que no le habíamos avisado previamente de nuestras intenciones. Un pueblo muy bonito, por cierto. Y una lástima que te fastidiásemos el primer día de sol de tus vacaciones.

A partir de ahí comenzamos a recorrer las Rías Baixas de sur a norte. De ciudades, visitamos Vigo y Pontevedra. Y a pesar de la opinión generalizada, a nosotros nos gustó más la primera que la segunda. Igual es que no acertamos a visitar los sitios bonitos de Pontevedra. De todas formas, nuestro principal interés eran las playas y cuanto más salvajes mejor.

Visitamos la playa de Barra en Cangas do Morrazo, que dicen que es la mejor playa nudista de Galicia y una de las mejores de España. Pimpf nos la definió como una playa de las Islas Cíes, pero en la península. La verdad es que me quedé con ganas de visitar las Cíes, pero viajar con un perro tiene sus limitaciones. Eso sí la playa de Barra nos encantó. Muy grande, poca gente (al menos los dos días que nosotros estuvimos allí) y permisividad con los perros sueltos. Lo único malo, la temperatura del agua, pero eso es una queja común a todo el viaje.

El segundo día de estar en Barra me eché a la mar con la tabla de Paddle Surf y aunque las Cíes se veían ahí al lado y eran una tentación muy grande, me conformé con bordear el morrazo y llegar a las playas del otro lado. Buena elección, porque en mar abierto las olas me dieron un par de buenos remojones.

En la zona de Sanxenxo fuimos a un área para Autocaravanas para hacer una parada técnica (recargar agua, recargar baterías, descargar agua sucia...) y por la mañana, dando un paseo con el perro, encontré por casualidad la playa nudista de Bascuas. Tenía muy buena pinta, pero a la entrada había un cartel bien grande de Prohibido Perros. Como normalmente en las playas nudistas hacen la vista gorda con esta prohibición, le pregunté a dos hombres que estaban también por allí paseando a sus mascotas y me dijeron que ni se me ocurriese bajar con el animal a la arena, que las multas eran de las que hacen daño. Así que después de un rato de charla con ellos, mientras nuestros canes jugaban juntos, tocó continuar el paseo por los acantilados cercanos.

En ese paseo, se me escapó Luffo entre unos huertos y cuál fue mi sorpresa, cuando fui a buscarlo y me lo encontré contemplando una escena de sexo entre varios hombres. Por lo visto, me había metido en una zona de cruising de una manera totalmente involuntaria. ¿Tendré un perro voyeur?

La parada que más me gustó de todo el viaje fue en la península de O Grove. En concreto en una zona que se llama Pedras Negras. Nos gustó tanto que teníamos previsto pasar una noche allí y finalmente pasamos 4. Los atractivos eran varios: una playa autorizada oficialmente para perros, un paseo de madera sobre unas moles de granito impresionantes y que llegaba hasta un chiringuito que ponían unos bocatas espectaculares, unas vistas muy bonitas de la Isla de Ons y el último día descubrí unas playas nudistas bastante grandes donde también había bastante gente con perro. No sé cómo se llaman esas playas, el mayor inconveniente es que casi no se podía andar por lo incómodo de la arena.

Otro sitio que nos pareció muy bonito fue la Isla de Arousa. El día que llegamos, que la mar estaba totalmente en calma, salí con el perro en la tabla de Paddle, pero ya estaba anocheciendo, así que me propuse dar toda la vuelta a la isla al día siguiente. No pudo ser, ya que amaneció con un fuerte viento, así que aproveché para dejar al perro en la casa con ruedas e irme en solitario a las playas nudistas, que al estar en el lado opuesto de la isla, estaban resguardadas del viento.

Hasta aquí el viaje había ido más o menos bien entre ÉL y yo y deberíamos haber acabado las vacaciones aquí. Cuando estábamos pensando qué hacer, nos pareció buena idea terminar el viaje en Finisterre, por lo que tenía de poético y fue la peor decisión que pudimos tomar, ya que además del viaje, terminamos nosotros. Pero eso ya es otra historia.

Nota: Ninguna de las fotografías es mía, todas están sacadas de Internet.